Cuando la terapia sexual fracasa.
Aportaciones sexológica para el éxito.
La nueva terapia sexual y el asesoramiento sexológico está llena de éxitos y fracasos que hacen replantearse constantemente si la línea de trabajo empleada es la más idónea para el éxito terapéutico. La sexación permanente, la sexuación (y la egosexuación), así como los distintos niveles que existen en ella propician un análisis que va más allá de la erótica de la pareja, aunque esta suela ser su demanda inicial. El bilingüismo sexual, la falta de deseo, las percepciones y sesgos sobre masculinidad y feminidad, pondrán de manifiesto (a través de los casos presentados) que la terapia sexual no es exclusivamente un tema de la erótica ni del ámbito heterosexual.
La terapia sexual se ha basado en los estudios clínicos de Master y Jhonson, y posteriormente en Kaplan, que basaban sus tratamientos en las disfunciones sexuales de hombres y mujeres. Dichas terapias basadas en la erótica más genital o pseudocorporal, centradas en la excitación y el orgasmo, olvidando el componente del deseo que apareció posteriormente en el modelo tridimensional de Schnarch. Este planteamiento nos lleva a ir un paso más allá y entender que el foco estará en el hombre y la mujer como productos de procesos que llevan a resultados sexuados, ya sea en su proceso de sexuación, en su vivencia y/o en su expresión. Y aunque la terapia sexual parece estar claramente diferenciada de la de pareja respecto al eje erótico-amatorio, lo cierto es que una pareja es por definición sexual, y el sexo del otro es absolutamente relevante y modificarlo sería modificar la esencia misma de su existencia. Esta terapia pone de manifiesto grandes déficits en su aplicación en parejas cuya orientación no sea heterosexual. Es por esto que el tratamiento será el facilitador de los valores intrínsecos del sujeto sexuado en la nueva terapia sexual. Esta terapia se construye sobre unos cimientos básicos que comienzan con la revisión del etiquetado tradicional: lo dimórfico pasa a ser intersexual; la sexación es permanente y está asociada a la conciencia perceptiva del sujeto, además de estar sometida a los demás (sexación calificativa y discriminativa); los andrógenos y ginógenos actuarán como agentes sexuantes con efectos en distintos niveles; el uso de los caracteres terciarios en la expresión del deseo erótico y afectivo en la comunicación de la pareja (bilingüismo sexual); así como la estabilidad y el margen de maniobra existente en terapia. Es aquí donde comprender que las personas tenemos tonalidades intersexuales va a ser fundamental para desmontar las clásicas atribuciones que hacemos por cuestiones biológicas y de género. La otra terapia sexual que propone el autor incluiría aquella que tiene que ver con la comunicación en pareja y la violencia sexual, tradicionalmente atendidas por la psicoterapia convencional. Además, en los casos propuestos, podremos discernir sobre los aciertos y fallos que se producen en terapia, y cuyo análisis es vital para el crecimiento profesional.
Opinión Personal
El éxito se construye desde el fracaso.

Sáez Sesma, S. (2005).
Cuando la terapia sexual fracasa. Aportaciones sexológica para el éxito. Madrid, España. Fundamentos.
¿Se puede ser pareja sin antes ser sexual? Lo cierto es que podemos encontrar múltiples respuestas a esta pregunta y que muchas de ellas nos satisfagan de un modo u otro (o no). Sin embargo, el quiz de la cuestión radica en que las paradojas lo son por su intrínseca relación. Hay cosas que no se pueden desligar dado que el todo no se puede explicar sin sus componentes. Sabemos que una rueda lo es cuando se mueve, sino sería otra cosa, tal vez una moneda. Un dado viene definido por los puntos inscritos en sus caras, y una pareja lo es porque antes de todo son seres sexuados, y así se reconocen y han sido reconocidos. Este matiz es lo que ha cambia la forma de ver a las personas que acuden a terapia y a su demanda: “el sexo tiene que ver con las realidades inherentes e insoslayables de los usuarios”. Podemos intentar hacer un esfuerzo por separar lo que es terapia sexual de lo que es terapia de pareja, dejando la erótica en el terreno de juego de lo sexual, pero lo sexual seguirá estando en ambas.
Siempre hemos visto la sexación como la moneda que al lanzarla caerá del lado de una cara u otra, sin preguntarnos que ocurrirá si cae de canto. Las nuevas orientaciones e identidades sexuales han puesto de manifiesto que partíamos de etiquetados dimórficos que no se ajustaban a todo el espectro de realidades. Y como la moneda que rueda cuesta abajo, las terapias basadas en las experiencias clínicas heterosexuales, comenzaron a girar en la dirección que esos mismos parámetros podrían ser aplicados a una población con una orientación distinta. Y parece ser que no. Porque las monedas pueden rodar cuesta abajo por caminos diferentes.
Esta sexación (especialmente en lo calificativo) va tener una función relevante en intervención terapéutica, pues puede funcionar como un agente sexuante con efectos androgenizantes o ginizantes en la percepción de uno o ambos miembros de la pareja. De ahí la importancia del bilingüismo sexual que propone el autor, para entender las claves de la otra parte según su registro diferencial como hombre o mujer.
El abordaje terapéutico será abordado desde lo individual y desde la pareja, algo que Kaplan no tuvo en cuenta en “La nueva Terapia Sexual” y que marca un punto de inflexión importante: toda persona es importante, incluso sin pareja, validando a todo el mundo como sujeto sexuado que pude necesitar de una intervención. El primer formato será el más adecuado para los casos de orientación e identidad, donde la utilidad terapéutica se centrará en acompañar a las personas (y a su entorno) en los avances sobre la aceptación de su realidad.
Este libro ofrece la posibilidad de explorar un poco más allá. Con Masters y Jhonson aprendimos mucho sobre excitación y orgasmo. Con Kaplan comenzamos a tener en cuenta las variables psicológicas que intervienen (sobre todo miedo y ansiedad). Con el modelo tridimensional de Schnarch la importancia del deseo erótico, y así sucesivamente. Aquí, el foco se pone en la sexuación de las personas y la importancia en la atribución que ellas hacen de ser un resultado sexuado u otro. Este es el punto más importante para mí y el crucial, pues a través de cómo las personas reconocen esa sexuación se puede iniciar el trabajo terapéutico, desde la educación sexual, la terapia psicológica o la terapia sexológica, acompañándoles en un proceso en el que interactúan muchas variables que hay que comprender bajo sus ojos.