Educación Emocional en Primaria.

Aunque durante siglos el dominio de la razón ha sido innegable sobre la emoción, lo cierto es que ambas forman parte inequívoca en la ecuación de la naturaleza humana. No se puede entender a un ser humano si no tenemos en cuenta sus emociones. Es por este motivo histórico (y por otros muchos) por el que hasta hace poco no se ha enseñado educación emocional en las escuelas.  La incisión de la cultura también ha sido muy importante en la gestión emocional, dividiendo las emociones por sexos, inhibiendo la expresión emocional y marcando qué es y no apropiado según quién, dónde y cuándo.

Desarrollar una inteligencia emocional saludable.

La mayoría de las investigaciones señalan que las personas que no desarrollan una inteligencia emocional suelen tener muchos más problemas de carácter psicológico y social que las personas que sí la desarrollan. Las emociones afectan a todo nuestro universo personal, nos hacen más fuertes, mejoran nuestra autoestima y nos preparan para afrontar situaciones difíciles. Por el contrario, el fracaso escolar, los problemas de adicciones, afectivos y sexuales, entre otros, están muy vinculados a una mala gestión emocional.

La educación emocianal es la mejor medida preventiva que tenemos a nuestra disposición. Aprender a identificar nuestros sentimientos y los de los demás, así como nombrarlos y expresarlos de forma adecuada, genera felicidad, bienestar y autoconfianza. En niños, les ayuda en la difícil tarea de la convivencia, a aprender a ser y aprender a vivir y convivir.

Mediante la educación emocional, las personas aprendemos a:

– Regular nuestras emociones.

– Ser asertivos/as.

– Ser empáticos/as.

– Gestionar conflictos de forma pacífica.

Es por esto que la educación emocional tiene cada vez un peso más importante en la sociedad, principalmente en el ámbito educativo y psicológico, no solo por los beneficios que suponen para la población en general, sino también por el bienestar y la salud psicológica a nivel individual.

Cómo desarrollar una inteligencia emocional.

El primer error que se suele cometer al pensar en cómo desarrollar una inteligencia emocional es en cargar toda la responsabilidad en un solo contexto, por ejemplo, la escuela, cuando en realidad, al ser seres sociales, todos los contextos de aprendizaje son importantes.

Desde la familia: favoreciendo un entorno seguro y cálido donde los/as menores puedan expresar sus sentimientos y emociones sin ser juzgados o cuestionados. Enseñarles a conocer, entender y expresar sus emociones adecuadamente.

Desde la escuela: principalmente a través de la acción tutorial, de forma transversal para todo el grupo. Es muy importante que el proyecto de centro recoja de forma específica la forma de trabajar la educación emocional. También pueden realizarse programas en paralelo e incluso asignaturas optativas, tanto desde la educación formal como la no formal. Son muchos los centros educativos que llevan años apostando por este formato.

Desde la sociedad: es importante cambiar muchos mitos, falsas creencias y tabúes que todavía imperan en la sociedad y que no favorecen el desarrollo pleno de la inteligencia emocional. Son muchos los colectivos, asociaciones, empresas, etc., que promueven campañas para concienciar a la población de la importancia de la salud emocional.

Desde las instituciones públicas: promoviendo la educación emocional a todos los niveles, comenzando por el legislativo y terminando por programas que fomenten estos cambios, para que la educación emocional no sea tinta sobre papel sino una realidad. En España, también son cada vez las administraciones públicas que apuestan por esto, principalmente a través de la educación, aunque todavía estamos lejos de tener un buen sistema, pues generalmente no es mucha la inversión y no suele ser mantenida en el tiempo.

La inteligencia emocional.

Peter Salovery y John Meyer definieron la inteligencia emocional como la capacidad de «sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos y emocionales, tanto propias como ajenas». 

Los estudios sobre emociones humanas arrojaron que existían 6 tipos de emociones básicas que estaban presentes de forma generalizada en los seres humanos. Éstas serían:

Alegría: destinada a mostrar satisfacción.

Tristeza: destinada a la motivación al cambio y expresar acontecimientos negativos.

Miedo: destinada a nuestra protección personal.

Ira: destinada a nuestra defensa personal.

Asco: destinada a prevenirnos de situaciones desagradables o poco adaptativas.

Sorpresa: destinada a ayudarnos a orientarnos en una nueva situación.

Ligadas a estas emociones, encontraríamos otro tipo de emociones más específicas y complejas, que los niños y las niñas van aprendiendo según crecen, desplegando un abanico muy complejo de emociones. 

Poseer una buena inteligencia emocional permite desarrollar una inteligencia tanto interpersonal como intrapersonal.

La inteligencia intrapersonal sería aquella que se refiere a nuestro conocimiento interno  de nuestras propias emociones y tendrían que ver con la autoconciencia de nuestro cuerpo y lo que estamos sintiendo; el control emocional (aprender a regular esas emociones); y la capacidad de motivarnos y motivar a los demás.

La inteligencia interpersonal sería aquella que se refiere a nuestra capacidad de relacionarnos  con los otros, y comprendería, por un lado, la empatía (saber  como se sienten las otras personas, ponerse en su lugar), y por otro, las habilidades sociales propiamente dichas como son el liderazgo o la eficacia interpersonal.

No podemos olvidar que las personas somos seres complejos y multidimensionales, lo que implica que aunque hablemos de las emociones de forma separada, en realidad, forman parte de un sistema de engranaje complejo relacionado con otras facetas del ser humano, como las habilidades sociales, los estilos de personalidad, etc. 

Objetivos de la educación emocional.

Según Bisquerra (2000) los objetivos de la educación emocional serían los siguientes:

– Promover el desarrollo integral del alumno/a.

– Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.

– Identificar las emociones del resto.

– Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones.

– Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.

– Desarrollar la habilidad para generar emociones positivas.

– Desarrollar la habilidad de automotivarse.

– Adoptar una actitud positiva ante la vida.

– Mejoraar las relaciones interpersonales.

– Desarrollar las habilidades de vida para el bienestar personal y social.

La inteligencia emocional como centro de control.

Todo el mundo conoce el poder de las emociones. Ellas pueden cambiar todo lo que sucede a nuestro alrededor en un segundo, tanto para bien como para mal. Algunos autores las han denominado «la chispa de la vida», porque pueden iniciar fuego en cualquier momento, desde enamorarnos a primera vista, como estallar en un ataque de ira. Por eso, para no acabar en los extremos, es necesario tener un control sobre nuestras emociones. Hay que tener en cuenta que nuestras emociones no están aisladas completamente de los otros procesos físicos y psicológicos, sino por el contrario, estrechamente unidas, por lo que los cambios emocionales también afectarán a nuestros pensamientos, nuestras conductas, y en definitiva nuestra forma de ser.

Aprender a gestionar nuestras emociones nos permitirá mejorar nuestra autoestima, teniendo una mejor visión de nosotros mismos/as. Una buena autoestima nos permitirá desarrollar la automotivación, pues conocernos bien supone saber qué retos podemos plantearnos y que metas alcanzar desde una perspectiva realista con nuestras posibilidades. También desarrollaremos la empatía, poniéndonos en el lugar de otras personas, comprenddiéndolas mejor.  El control de las emociones nos permite adquirir habilidades sociales y de vida muy útiles en la resolución pacífica de conflictos, ayudándonos a gestionar de forma adecuada las dificultades que se nos presentan. 

Es por esto, que en definitiva, la comprensión y regulación de las emociones resulta vital en el desarrollo de las personas como seres humanos.

La educación emocional en Primaria.

A la hora de poner en marcha un programa de educación emocional en Primaria tenemos que tener en cuenta la edad y el desarrollo evolutivo de los niños y niñas. No es lo mismo las capacidades que tenemos a los 6 años que a los 12.  Lo ideal es, que si se hace desde un centro educativo, siga un programa específico, bien medido y evaluado, con las actividades diseñadas y ajustadas a la población. 

Si el programa lo vamos a realizar desde casa y no sabemos cómo hacerlo o no tenemos los conocimientos o habilidades suficientes, lo mejor es recurrir a alguna guía o manual de autoayuda. Existen en el mercado diferentes publicaciones al respecto. 

Es importante, no obstante, tener en cuenta una serie de consideraciones básicas:

– Revisar y comprender el contenido antes de hacerlo con los niños y niñas. 

– Explicar la actividad de forma sencilla. Dar las instrucciones repetidamente para asegurarnos que lo han entendido bien. 

– Utilizar un vocabulario adecuado a la edad.

– Tratar de producir una reflexión sobre los contenidos, para favorecer la asimilación de los mismos. Promover  que las niñas y niños debatan y se cuestionen, así como que pongan en práctica los contenidos. 

– No realizar juicios de valor o juzgar las opiniones del alumnado, sino promover la reflexión personal para favorecer el pensamiento crítico de cada participante. 

– Promover la escucha activa y la atención plena, la reflexión y el razonamiento. 

– Valorar positivamente sus producciones y corregir las incidencias negativas favoreciendo el aprendizaje. 

– Fomentar el aprendizaje y la memoria mediante el recuerdo de sesiones previas, o al final de cada sesión hacer un repaso de los contenidos abordados. 

– Evaluar y valorar los progresos realizados.

Actividades de Educación Emocional.

En este apartado compartiré actividades que podréis hacer con niños y niñas de primaria.

Dichas actividades serán muy fáciles de seguir y están pensadas para grupos grandes. Todas ellas proceden de mi práctica profesional y han sido realizadas previamente en colegios.

Las actividades pueden ser susceptibles de realizarlas en diferentes grupos de edad adaptando la dificultad. Las actividades se muestran en dos bloques:

Actividades de gestión emocional.

Actividades de comunicación y asertividad.

Es importante señalar que la empatía se trabaja de forma transversal en las actividades, aunque pueden existir actividades específicas.

Las actividades de mediación y solución de conflictos las encontraréis en la sección de mediación.