Desarrollo infantil

0-11 años

La infancia es el periodo más importante de nuestras vidas, pues la mayor parte de lo que somos se va a conformar en este periodo. Nuestras capacidades físicas, emocionales e intelectuales, así como nuestras relaciones sociales y la cultura, van a construir la base de nuestra personalidad, y de ella van a depender en gran medida nuestro desarrollo en todas las facetas futuras que desempeñemos. De ahí la importancia de establecer el crecimiento en los pilares del bienestar y la salud, y del aprendizaje y el desarrollo.

Etapas del desarrollo infantil.

El primer año de vida.

El primer año de vida de los bebés es muy importante en todos los sentidos. Aunque generalmente nos solemos fijar más en los cambios físicos y los avances en el lenguaje y el movimiento, durante esta etapa también se produce un desarrollo psicológico y social muy importante. Los lazos de afecto y confianza supondrán la base de apego con los familiares y personas cercanas, iniciando así su desarrollo social y afectivo. Todos los aprendizajes del bebé en este primer año transformará su cerebro, que continuará en crecimiento hasta la edad adulta (en torno a los 21 años).

Etapas de desarrollo psicomotor.

A continuación, vamos a ver los avances más importantes del bebé en su primer año de vida. Debes saber, que estos avances son a nivel general, y que cada niño o niña tiene un desarrollo propio y singular, por lo que es posible que no todos sigan esta secuencia al pie de la letra, sino que es orientativo. Si tu bebé no ha logrado alguno de estos hitos en la fase en la que está, no te preocupes, seguramente lo acabará alcanzando. En cualquier caso, siempre es recomendable preguntar a tu médico pediatra.

Nacimiento

  • Duerme gran parte del tiempo.
  • Succiona.
  • Llora en respuesta al malestar.
  • Percibe la mayoría de los sonidos.
  • Visión reducida.
  • Puede levantar la cabeza si está tumbado boca abajo.

4 semanas

  • Se lleva las manos a los ojos y la boca.
  • Mueve la cabeza de un lado a otro.
  • Sigue un objeto en movimiento que está en frente de su cara.
  • Responde al ruido (se asombra, llora, se gira,…).
  • Se orienta hacia sonidos y voces familiares.
  • Se concentra mirando una cara.

6 semanas

  • Observa objetos en su línea de visión.
  • Comienza a sonreír cuando se le habla.
  • Se pone boca abajo.

3 meses

  • Mantiene la cabeza firme
  • Levanta la cabeza 45º cuando está boca abajo.
  • Abre y cierra las manos.
  • Empuja hacia abajo si se le colocan los pies sobre una superficie plana.
  • Se balancea.
  • Sigue un objeto de un lado al otro.
  • Observa las caras.
  • Sonríe cuando oye la voz de quien lo cuida.
  • Comienza a hacer ruidos.

6 meses

  • Sostiene la cabeza cuando está erguido.
  • Se sienta con apoyo.
  • Rueda en una dirección, por lo general del estómago hacia la espalda.
  • Trata de alcanzar objetos.
  • Reconoce a las personas de lejos.
  • Escucha voces humanas.
  • Sonríe espontáneamente.
  • Grita de placer.
  • Balbucea.

7 meses

  • Se sienta sin apoyo.
  • Puede soportar un momento su peso con las piernas cuando se le sostiene erguido.
  • Pasa objetos de una mano a otra.
  • Sostiene solo el biberón.
  • Busca un objeto que se le cae.
  • Responde a su nombre.
  • Responde cuando se le dice no.
  • Balbucea con vocales y consonantes.
  • Se balancea.

9 meses

  • Se sienta bien.
  • Intenta agarrar un juguete que está fuera de su alcance.
  • Se enfada.
  • Gatea o se arrastra.
  • Se pone de pie.
  • Se mantiene de pie sujeto a algo.
  • Dice sus primeras palabras.

12 meses

  • Camina apoyándose en objetos o personas.
  • Da los primeros pasos sin apoyos.
  • Nombra personas y cosas.
  • Bebe solo.
  • Aplaude, saluda y se despide con las manos.
  • Comienza a adquirir vocabulario.

De 1 a 2 años.

Los primeros pasos son el inicio del camino a la independencia y la autonomía. A partir de este momento el bebé irá adquiriendo nuevas habilidades que le van a conformar como un ser único.

Al inicio de la etapa, sus movimientos serán más limitados, y para caminar será necesario el uso de apoyos para mantener el equilibrio. Su movilidad irá progresando hasta ser autónomo, y conseguir, entre otras cosas, subirse a una silla o lanzar una pelota. También existirá un avance en la psicomotricidad fina, pudiendo coger objetos más o menos pequeños y comenzar a manejarlos, como por ejemplo, una cuchara.

Respecto al lenguaje, avanzará desde las palabras más básicas como «papá», «mamá» o «agua» a un vocabulario más amplio, aprendiendo muchas nuevas palabras y realizando frases sencillas y comprensibles. Comenzará a usar el «no» y a tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus gustos.

También comenzará a desarrollar su pensamiento simbólico y mejorará su memoria. 

A nivel emocional, aparecerán nuevas emociones, algunas de ellas de carácter más complejo, como la ira, dando lugar a las primeras rabietas. 

De 2 a 4 años.

Su control sobre sus movimientos irán teniendo más peso, lo que le permitirá ganar más autonomía, dándole confianza en sí mismo/a. Mejorará su equilibrio y coordinación, consiguiendo realizar acciones tales como subirse a una silla o lanzar una pelota. En cuanto a la coordinación fina también hará grandes progresos, pudiendo pinzar objetos pequeños, como pinturas de colores. Aquí podremos observar la dominancia lateral.

Respecto al lenguaje, su memoria mejorará notablemente, aprendiendo nuevas palabras y conceptos, además de realizar oraciones complejas y empezar a entender conceptos abstractos. 

A nivel emocional, será capaz de comprender y expresar mejor sus emociones, pero todavía no será capaz de gestionarlas perfectamente. Comenzará a ser consciente de sus capacidades, lo que supondrá vivir los primeros momentos de rebeldía. Querrá hacerse escuchar.

En esta etapa comienza a tener contacto con otros niños y niñas, pero todavía no diferenciará bien que también seres independientes, por lo que es posible que surjan conflictos. 

 

De 4 a 8 años.

Durante esta etapa será capaz de realizar la mayor parte de las actividades por sí mismo/a. Aquirirá una psicomotriz gruesa casi perfecta, pudiendo realizar todo tipo de actividades: natación, patinaje, bicicleta, etc.  También mejorará la psicomotriz fina, adquiriendo destreza con las tijeras y los lápices, pues ha aprendido a escribir. Esto también permitirá mejorar su dominio del lenguaje, tanto en la expresión oral como escrita, promoviendo su creatividad e imaginación. 

En esta etapa se desarrollará la empatía que le permitirá comprender mejor las emociones y pensamientos de los demás. Esto le ayudará a establecer amistades y mejorar en sus habilidades sociales. Aprenderá emociones mucho más complejas y compencerá a aprender a gestionarlas.

De 8 a 11 años.

En la última etapa de la niñez, los cambios físicos serán más notables en cuanto a la altura y el peso, de modo que la alimentación será clave para preparar su cuerpo a los cambios sexuales que vendrán a continuación.

Los cambios emocionales y sociales son los más destacables en este periodo. La identificación con sus iguales (mismo grupo de edad y sexo) será fundamental para la construcción de su personalidad. La aceptación dentro del grupo de amigos/as influirá en su autoconcepto y autoestima. Esta identificación con sus iguales tendrán mucha transcendencia en la forma de percibir su cuerpo y las relaciones con los demás. La gestión de las emociones tomarán un papel cada vez más relevante, pues le darán mucha más importancia a todas las sensaciones y experiencias nuevas que puedan llegar. 

Mis recomendaciones

La crianza positiva

Educar de otra manera es posible. La educación tradicional basada en los castigos y la violencia física ya no tienen ningún sentido. Los estudios más recientes siguen apuntando que los niños y las niñas que crecen en un ambiente de miedo y represión sufrirán en un futuro, no sólo problemas psicológicos de distinta índole, sino que posiblemente repetirán estos patrones desadaptativos en su modelo de enseñanza. Por eso, educar basándonos en el amor y la comprensión, les permitirá crecer en un ambiente seguro, posibilitando desarrollar su vida dentro del marco de la salud y el bienestar.

Los cuidados y el bienestar.

La crianza de los niños puede parecer fácil pero es más complicada de lo que parece. Lo primero que tienes que tener en mente es que nadie nace sabiendo ser padre o madre. Nacemos siendo hijos y aprendemos a ser hijos con nuestros padres, y después, aprenderemos a ser padres con nuestros hijos. Este proceso es bilateral y único. Tendrás que aprender a ser padre o madre de cada uno de tus hijos de forma independiente, porque ellos van a ser distintos. Y aquí es donde llegan las verdaderas dificultades, pues tendrás que equilibrar la balanza para que tus acciones, siendo las adecuadas para cada miembro, sean justas y equitativas.

Vamos a ver los 4 aspectos más importantes de la crianza positiva:

1. La comunicación asertiva.

¿Cuántas veces has puesto un jersey a tu hijo porque tú tenías frío? ¿Cuántas veces has ignorado a tu hija pensando que lo que te decía no era importante? Seguramente más de las que nos imaginamos. Es un error muy común en los padres y madres dar por supuesto lo que quieren y necesitan nuestros hijos/as en base a nuestras propias creencias o necesidades. Como personas independientes que son, tienen sus propios sentimientos, pensamientos y necesidades, y que estas no se ajusten a las nuestras. Hablar es el único medio que tenemos para saber qué necesitan. Esto no implica que vayan a tener razón o que vayamos a aceptar todas sus condiciones, sino darles voz para que se sientan escuchados y que su opinión se valore. La comunicación asertiva es la clave para el bienestar general entre personas que conviven juntas, sea dentro del entorno familiar, laboral o de cualquier otro tipo. Escuche con atención sus demandas, compréndalas, dele la importancia necesaria y explique, si son rechazadas el por qué.

2. La educación emocional.

Las emociones juegan un papel importantísimo en la crianza. Ten en cuenta que las emociones tienen una doble vía: en mí y en los demás. Aprender a identificar y conocer nuestras emociones en nosotros mismos y en los demás es fundamental. Gestionarlas, de forma que se adapten a nuestras necesidades y el contexto que se producen, es clave. Ayúdeles en este proceso, sin juzgar sus emociones, sino explicando su proceso para que sean comprensibles. Hay dos aspectos clave en la gestión emocional que hay que tener muy en cuenta porque suelen ocasionar muchos problemas a la larga.

– Aprender a gestionar la frustración: la sobreprotección y la tendencia a resolver todos los problemas de nuestros pequeños/as, suele desembocar en problemas con la frustración. Para evitarlo, intenta que cumplan por sí mismos sus responsabilidades,  enseñáles a ser pacientes y que establezcan metas alcanzables. Si se atascan, no le resuelvas el problema, muéstrales un número limitado de opciones sencillas, para que puedan elegir y encontrar alternativas por sí mismos/as.

– Aprender a controlar la ira: suele estar muy relacionado con el anterior, pues es frecuente que los estallidos de ira sean ocasionados por la frustración. Aprender a detectar cuando se desencadena, los motivos y cómo se desarrolla será fundamental para entender el proceso. Si no eres capaz de hacerlo, recurre a un profesional de la psicología.

3. La convivencia en el hogar.

Generalmente, es  en el hogar donde los más pequeños aprenden a desarrollar el sentido de lo bueno y lo malo. Por ello, será necesario un acompañamiento cercano para que puedan aprender a identificar cada uno de forma correcta, porque en ocasiones no es algo tan instintivo como pensamos. 

El hogar implica también la enseñanza en los hábitos saludables, tales como el sueño y la alimentación, por lo que tendremos que estar muy atentos a estos aspectos. 

La convivencia también supone establecer unas normas, donde los límites sean claros y sencillos, comprensibles y aceptados por todos sus miembros. 

La calidad del tiempo que le dedique a sus hijos en cualquiera de las etapas es muy importante. No dude en pasar tiempo con ellos, motivarles a superarse, a hacer las cosas que le gustan y a aprender de sus fracasos. Hábleles sobre su cuerpo y los cambios que se producen en el. Dialoguen, lean, canten juntos, abrácense, jueguen, compartan cosas y momentos, elogie sus progresos, anímelos a explorar y probar cosas nuevas. Sea comprensivo, corríjales y explíqueles sus errores, prestando atención a sus necesidades. Todas y estas cosas, no sólo foratlecerán vuestros lazos familiares en la confianza y el respeto, sino que generará un ambiente seguro y feliz.

4. El entorno y las habilidades sociales.

El entorno donde crecen nuestras hijas e hijos supone otra variable a tener en cuenta. Es importante conocer su colegio, sus amistades y su profesorado, para saber si la evolución a nivel psicoeducativo es la apropiada a su edad y los valores que les queremos transmitir.

Es muy importante conocer como se desenvuelve en otros contextos sociales diferentes al hogar, para poder detectar y prevenir dificultades en las relaciones sociales.

Practique la comunicación asertiva y la empatía para fortalecer sus habilidades sociales. Enséñeles a escuchar y a prestar atención a los sentimientos propios y de los demás.

Y si detectas que algo no va bien…

No lo dejes pasar. Tienes a tu alcance un montón de recursos públicos gratuitos que pueden ayudarte. 

– Consulta a tu médico pediatra. 

– Solicita una cita con el tutor/a de tu centro educativo y/o con el equipo de Orientación.

– Acude a Servicios Sociales, donde tienen programas específicos para ayudarte en la crianza.

– Acude a un/a profesional de la psicología.