Desarrollo en la adolescencia y juventud 

12-21 años

La adolescencia es ese periodo temido por jóvenes y adultos. El tramo final hacia la vida adulta supone tanto cambios físicos y biológicos, como decisiones vitales en cuanto al desarrollo personal y profesional. Pero el monstruo de las hormonas no es tan terrible como parece si sabemos cómo tratarle. Este ciclo es una etapa de cambios y oportunidades, y el descubrimiento de un mundo infinito de posibilidades. 

Etapas en la adolescencia.

Este periodo se divide en tres etapas:

Preadolescencia (de 9 a 11 años).

Adolescencia  (de 12 a 17 años).

Juventud ( a partir de 18 años).

En realidad, estas tres etapas se solapan y no son fáciles de diferenciar, entre otros motivos porque el desarrollo de cada persona es único y diferente y no se produce al mismo tiempo en todo el mundo.  Por eso, no hay nada de qué preocuparse si aún no has llegado a una etapa o no ha pasado a la siguiente, pues no es una matemática exacta. La biología acabará por hacer su trabajo. En cualquier caso, ante cualquier duda, siempre consulta con tu médico/a.

Los cambios físicos.

Los cambios físicos suelen ser los más evidentes en la adolescencia por el mero hecho de ser muy visibles. El llamado «estirón» se refleja inicialmente en la altura. Durante un breve periodo de tiempo las hormonas del crecimiento actúan a la vez que las hormonas sexuales, pero finalmente, éstas últimas toman el control y se producen las transformaciones finales de acuerdo a nuestro sexo biológico, y dejamos de crecer. También es necesario tener en cuenta que este desarrollo suele iniciarse mucho más temprano en las niñas que en los niños, y por lo tanto, también finaliza antes. En los chicas suele iniciarse con el desarrollo de los senos y la menarquia, a partir de los 12 años. En los chicos suele llegar más tarde, a partir de los 14 o 15, con el vello en axilas y piernas, y a veces se alarga hasta los 21 años.  Los cambios físicos más relevantes quedan recogidos en la siguiente imagen.

Los cambios emocionales y sociales.

Los cambios físicos vienen acompañados de cambios emocionales y sociales derivados de la actuación de las hormonas sexuales. 

Es habitual que comiencen a preocuparse por sus cambios físicos, y que su imagen corporal esté mucho más presente en su día a día. Hay que tener en cuenta que en la actualidad, los cánones de belleza que marca la sociedad pueden suponer un problema para los adolescentes, especialmente en las mujeres, a quienes se les exige mucho más respecto a su apariencia física que a los hombres. Por eso es muy importante incidir en los hábitos saludables de alimentación y deporte desde la infancia, y hacer hincapié mucho más en esta etapa. Es una fase en la que aparecen problemas alimenticios y debemos prestar atención a los cambios en sus hábitos con la comida.

A partir de ahora, van a tener mucho más en cuenta su autonomía e independencia, y por lo tanto, van a estar muy centrados en sí mismos.

Es muy posible que experimenten cambios de humor constantes, que se sientan irritables y sus emociones se desborden. Además, sus afectos van a cambiar de dirección, dejando de ser los padres/madres el centro de sus atenciones, desviándose a su grupo de iguales. Sus referentes van a ser las personas de su edad, y por ello, van a estar muy influidos por sus amistades y grupos de referencia. 

Es una época de descubrimiento, por lo que comenzarán a interesarse por las cosas de los adultos, de ahí que se inicien en el consumo de tabaco, drogas y alcohol.

Las relaciones románticas irán ganando en importancia, y con ellas tendrán las primeras relaciones sexuales. Aquí también pueden surgir muchas dificultades sobre la sexualidad. Para saber más, te recomiendo visitar las siguientes secciones:

La independencia y la responsabilidad.

El camino hacia la independencia y la autonomía también se inicia en esta etapa. Las elecciones propias comienzan en acciones pequeñas, como elegir la ropa que se quieren poner, y culmina en el abandono del domicilio familiar. Para llegar a este punto, tendrán que ir adquiriendo cada vez más responsabilidades. La colaboración en el hogar irá adquiriendo mayor importancia, culminando en la corresponsabilidad. Ya no se trata de colaborar según sus capacidades, sino repartir las tareas en equidad entre todos los miembros de la familia, pues ya pueden participar de ellas como cualquier otro adulto. Es muy importante que enseñemos a los adolescentes a ser responsables de sí mismos, cuidar de su salud y tomar sus propias decisiones, aceptando las consecuencias.

La responsabilidad en los estudios se reflejará en la toma de decisiones. Durante esta etapa deberán elegir su futuro académico y profesional, al principio con elecciones sencillas (elegir un tipo de matemáticas en 3ºESO) hasta elecciones de mayor peso, como decidir entre FP y Universidad.  Estas decisiones son difíciles de tomar y puede ocasionarles ansiedad y tristeza debido a la presión que sienten por la transcendencia de la elección. Para saber más, te recomiendo que leas la siguiente sección.

El desarrollo cerebral.

Aunque llegados a esta edad, el desarrollo cerebral casi ha completado su proceso en la mayoría de las áreas, existen todavía algunas que se siguen desarrollando. Por ejemplo, los últimos estudios establecen que la corteza prefrontal no culmina hasta la edad adulta temprana. Esto es muy importante, porque comparados con otros animales, esta es nuestra parte del cerebro más diferente y, además, la última que hemos adquirido en la evolución. En este área se encuentran las funciones ejecutivas (las capacidades que nos permiten controlar y coordinar nuestros pensamientos) y la autorregulación de la conducta. Esto explicaría muchos de los comportamientos de la adolescencia que tienen como finalidad la búsqueda de experiencias nuevas, correr riesgos y no obedecer a las normas.

Otra de las estructuras que están finalizando el desarrollo es el sistema límbico, que controla el sistema cognitivo y las emociones. Hasta que el desarrollo no se haya completado, estas competencias están transferidas a la corteza prefrontal, generando respuestas emocionales automáticas o impulsividad

Por eso, una vez alcanzada la juventud, estas funciones quedan repartidas en las diferentes áreas cerebrales, resultando más eficaces. Esto explicaría las limitaciones y dificultades que hay en la adolescencia para tener un dominio emocional y conductual, al igual que también explicaría la mayor impulsividad de los jóvenes en la toma de decisiones, asumiendo mayores riesgos

Para finalizar, señalar de nuevo, que el desarrollo cerebral no es exactamente igual en todas las personas, de modo que es muy posible que estos periodos puedan ser más extensos o más cortos según una infinidad de factores adicionales. 

Mis recomendaciones

El trato en la adolescencia.

Si existe una época especialmente difícil para educar, esa es la adolescencia, y lo es porque en un periodo breve de tiempo confluyen muchas cosas: los cambios físicos producidos por las hormonas sexuales, la etapa final de desarrollo del cerebro, la toma de decisiones trascendentales para su futuro académico y profesional, y la identificación como ser único e independiente que busca una autonomía real.

Las capacidades en la adolescencia.

 

Los aprendizajes que se producen en la adolescencia son los que les preparan para la vida. Las investigaciones más recientes sobre el cerebro humano muestran que en esta etapa, el cerebro ya es muy similar al de un adulto y que sus funciones y capacidades están ya casi plenamente desarrolladas.

Por eso, cualquier joven o adolescente es capaz de hacer un razonamiento complejo, verbalizar correctamente sus sentimientos y emociones, y tienen una noción definida de lo correcto e incorrecto. La adquisición de autonomía en su propia organización de trabajo les permitirá desarrollar hábitos de estudio definidos, y establecer sus propios criterios en la toma de decisión respecto a su futuro académico y profesional. Serán capaces de justificar sus decisiones utilizando correctamente un sistema lógico.

Claves del trato en la adolescencia.

1. La comunicación asertiva.

La comunicación suele ser la clave para entender al otro. ¿Cómo sé si estás triste si no me lo dices? ¿Cómo sé que estás enfadado si no te lo pregunto? ¿Cómo sé lo que nos está pasando si no hablamos? Puede parecer algo muy obvio, pero es un error muy común en el que caemos habitualmente. Muchas veces damos por hecho que la otra persona tiene que saber cómo nos sentimos y qué necesitamos sólo con mirarnos. Las personas, por lo general, no tenemos poderes de adivinación, por lo que la comunicación es fundamental para entender al otro. Por lo tanto: hable con su hijo/a. No eluda ningún tema, siéntase libre de hablar de sexualidad, de emociones, de hábitos saludables, de consumo de sustancias, o incluso, de temas espinosos como puede ser el suicidio. 

Hable, pero también escuche. Escuche atentamente y no juzgue todo lo que dice. Respete su opinión, aunque surjan debates con puntos de vista diferentes. 

No resuelva todos sus problemas, sino ayúdelo a que busque las posibles soluciones, que las valore y aprenda a tomar sus propias decisiones. Hágale ver que puede tomar buenas decisiones en base a su criterio, pero que usted siempre estará ahí para guiarlo y acompañarlo. 

2. La educación emocional.

Como hemos visto, las emociones juegan un papel fundamental en este periodo, se sentirán desbordados por ellas y la interrupción del amor y el desamor tendrán gran relevancia. 

Suele ser frecuente juzgar sus emociones y decirles frases como “no te aguanto”, “estás insoportable” o “menudo pavo tienes encima”, y esto no suele ayudar mucho, porque ahondan en su sensación de sentirse incomprendidos. También se suele desvalorizar la importancia de sus sentimientos con frases del tipo “eso no es nada, a tu edad es normal, ya se te pasará”. El problema es que ellos/as lo están viviendo en este momento, es su primera vez, y es importante ahora. No les consuela que les digas que “ya pasará”, sino que quieren entenderlo ahora, y es el momento para hacerlo. No tienen esa capacidad de proyectar la superación en un futuro. Por ello, preste atención a sus emociones y sus necesidades, resuelva sus dudas, no le juzgue y no minorice la situación, trate de ajustarla a la realidad. 

Aunque a esta edad, los jóvenes rehúyen en muchas ocasiones de los gestos de amor de sus progenitores, demuéstrele su cariño de otras maneras. Pasen tiempo juntos, demuéstrele su afecto con palabras y gestos adaptados a sus demandas. Y lo más importante: respete su privacidad. 

3. La convivencia en el hogar.

La convivencia en el hogar va a ser más complicada que nunca, probablemente. Generalmente, esto viene derivado y asociado a la necesidad de los adolescentes de tener su propia independencia y autonomía, pero también a su necesidad de tomar sus propias decisiones. Acaba de darse cuenta que puede rebelarse contra las normas y que puede desobedecer, y que ya nadie puede obligarle a hacer nada, ni a pensar de determinada manera. 

Muchas familias quieren que sus hijos asuman todas las responsabilidades de golpe cuando llegan a esta edad, y eso es un error. Los hábitos requieren tiempo, por lo que lo ideal es que la toma de conciencia de las normas y reglas del hogar comiencen  antes, en la infancia. Tratar que un adolescente adquiera todas las normas en este momento, cuando antes nunca se le había exigido nada, supondrá una batalla difícil de ganar. Como he explicado anteriormente, la rebeldía, la toma de decisiones impulsivas es frecuente en esta etapa. A veces, ni siquiera la adquisición de normas claras y concisas en la infancia garantiza una adolescencia sin problemas. 

Si las necesidades de su hijo/a han cambiado, será el momento de revisar esas normas y reglas y tratar de ajustarlas con un nuevo acuerdo. El diálogo y la negociación serán un mejor aliado que la imposición. Refuércelo positivamente cuando cumpla las consignas, para evitar que se relaje en sus obligaciones. Ármese de paciencia y no pierda la calma, usted es la persona adulta, y si pierde los nervios, le dará el motivo perfecto para romper todos los acuerdos alcanzados. 

4. El entorno y las habilidades sociales.

La adolescencia es la etapa del descubrimiento y la aventura, el único momento de la vida donde normalmente la gente se atreve a saltarse las normas para comprobar el efecto que tiene. Es la etapa de la experimentación, saber qué puedes hacer, qué no, y hasta dónde puedes llegar. La influencia de su grupo de amistades va a ser determinante

Muchas familias se sienten inseguras en este periodo y tienen miedo que sus “amigos/as le echen a perder”. No permitirles tener ciertas amistades y relaciones amorosas suelen tener efectos contrarios en jóvenes y adolescentes. Prohibirles el alcohol y las drogas, o mantener relaciones sexuales, no hará más que despertar su interés aún más y animarles a saltarse las normas impuestas.

No existe una solución mágica para esto, pero sí que existe un recurso muy útil: la educación. No espere a que su hijo llegue a esta etapa para advertirle de todos los peligros que hay, comience antes, en la infancia y en la preadolescencia. Hable sin miedo con su hijo/a de todos los temas, genere un espacio seguro donde puedan sentirse libre de hablar de todo y preguntar. La educación es la clave. No puede evitar que a su hijo/a se le presenten oportunidades de ir con determinadas personas y probar sustancias, pero si le ha mostrado las consecuencias y le ha enseñado a tomar sus propias decisiones en función de sus propios criterios, actuará de la forma correcta. En estos casos, la confianza y la autoestima juegan un papel importante, pues las personas más vulnerables a la presión de grupo son aquellas que no confían y son incapaces de decidir por sí mismas. La única garantía es la prevención, y para ello es necesario que jóvenes y adolescentes, además de información, estén concienciados

Y si detectas que algo no va bien…

No lo dejes pasar. Tienes a tu alcance un montón de recursos públicos gratuitos que pueden ayudarte.

– Consulta a tu médico.

– Solicita una cita con el tutor/a de tu centro educativo y/o con el equipo de Orientación.

– Acude a Servicios Sociales, donde tienen programas específicos para ayudarte.

– Acude a un/a profesional de la psicología.