Sexo Básico.

El sexo siempre ha suscitado interés debido al carácter consustancial del ser humano. La presencia del sexo (en la amplitud de sus acepciones) impregna todas nuestras dimensiones: biológica, psicológica, social, etc., seccionando y categorizando a las personas, contextualizando sus realidades, dividiendo roles, estableciendo jerarquías, creando nuevos constructos sobre el hecho sexual humano. Esta sexación nos acompaña a lo largo de todo su ciclo vital, desde la fecundación hasta la vejez, con la adaptación que suponen los cambios biológicos y psicosociales en cada etapa.

1. Sexo, Qué es y cómo se construye.

La sexología, como ciencia del sexo que “se es” y no del sexo “que se hace” entiende el sexo como las implicaciones que tiene ser hombre o mujer. De ahí que entendamos la palabra “sexo” como procesos de sexuación (que se dan en diferentes niveles desde lo prenatal a la vejez) y “sexualidad” como vivencia subjetiva de nuestra condición sexuada (sexo). Esta sexuación es un proceso que se inicia en la concepción y produce resultados sexuados. Andógenenos y ginógenos tendrán un papel fundamental en el desarrollo de la persona a lo largo de todo su ciclo vital como agentes sexuantes. A nivel genético tendrá también relevancia los cromosomas, generando un embrión potencialmente masculino o femenino, y que producirá diferencias a nivel gonadal, genital y cerebral, que serán trasncendentales en la vida del sujeto

2. Sobre la identidad sexual.

A la hora de construir una identidad recurrimos a un etiquetado sexual basado en caracteres asociados a un género de forma generalista y enmarcada en polos opuestos, sin tener en cuenta que estos caracteres pueden ser transexuados. Sexamos a las personas por lo que vemos de ellas y no por cómo se sienten. La egosexuación tiene aquí un papel relevante en el reconocimiento de estos caracteres con el sexo al que se asocia. Cuando esto no ocurre, como en la transexualidad, pone de manifiesto que es el cerebro y no los genitales, el principal responsable de la identidad. El estudio de casos como el de David Reimer, los “huevodoce” dominicanos o del síndrome de insensibilidad a los andrógenos, nos lleva a pensar que esta autopercepción e identidad sexual tiene que ver con la sexuación hormonal de la región BSTc en el Sistema Nervioso Central. Esto supondría que la identidad sexual no es opcional, no se elige y no se puede cambiar.

3. Sobre la orientación sexual.

La orientación sexual es la orientación del deseo sexual. Tradicionalmente se ha etiquetado la orientación sexual de las personas según el sujeto emisor del deseo (homosexual o heterosexual) y no en el objeto de deseo (andrerastia y ginerastia). El debate sobre la orientación sexual nos ha llevado de lo pecaminoso a lo patológico, concluyendo en el debate biológico vs. aprendido. El estudio de experimentos naturales como el síndrome de Turner o el síndrome adrenogenital, apuntan a que la orientación sexual forma parte de los procesos de sexuación inherentes al desarrollo biológico del sujeto, no modificables mediante terapias de reconversión. Sin embargo, la bisexualidad plantea un difícil encaje en la orientación del deseo tanto cuando hablamos de dimensiones dimórficas como intersexuales.

4. Etapa infantil.

Las diferencias fisiológicas entre niños y niñas es un hecho constatado. El córtex cingulado y prefrontal, la ínsula y el hipocampo es mayor en las mujeres, y la amígdala en los varones. Estas diferencias se van a traducir en características especiales para cada sexo. La actividad hormonal en este periodo es importantísima, y también diferente en cuestión de tiempos, lo que va a determinar el desarrollo de determinados circuitos cerebrales, lo que generará diferencias, por ejemplo, en las habilidades de escucha y empatía, el lenguaje y la comunicación, la resolución de conflictos o determinadas habilidades matemáticas y espaciales. En esta etapa, en un continuo intersexuado, se distribuirán las distintas conductas eróticas, roles de género y patrones que diferencian lo masculino de lo femenino, configurando la realidad biográfica de cada individuo. 

5. Etapa de la adolescencia.

En esta etapa se va a producir la diferenciación física entre hombres y mujeres, lo que va suponer un alto nivel de sexuación asociada a un periodo de crisis que supone la adaptación (y aceptación) de estos cambios. La impulsividad y la labilidad emocional marcarán este periodo hasta que la amígdala y el córtex prefrontal finalicen su desarrollo. Las hormonas sexuales pondrán en marcha el reloj biológico en momentos diferentes: primero en ellas, después en ellos. La vivencia corporal de estos cambios es también sexuada y acrecienta la auto-observación, la comparación con los demás, la adecuación a los cánones de belleza imperantes, determinando su autoconcepto y autoestima. La relación con su cuerpo adquirirá nuevas posibilidades, respecto a sí mismo y a los demás. Se definirá la orientación sexual, su redefinición o afirmación de identidad sexual, el enamoramiento y las primeras relaciones sexuales. Es aquí donde la educación sexual debería tener un papel predominante, en la que poder enseñar a los jóvenes cuestiones que tienen que ver no sólo con la prevención de embarazos no deseados o ETS, sino también referente a los celos, el maltrato, la posesión y violencias.

6. Etapa adulta.

Es en esta etapa donde los caracteres sexuales terciarios van a tener mayor transcendencia. En una primera etapa (18 a 30-40 años), los niveles de sexuación referidos a identidad y orientación sexual están ya configurados. Los roles sexuales se acentúan y giran en torno al ámbito familiar y la crianza de los hijos, lo que supone una redefinición de lo que es ser hombre o mujer. También interferirán en el ámbito laboral, generando numerosas desigualdades entre sexos, que en general perjudican a la mujer, planteando o la renegociación o la asunción de los roles marcados. La erótica se irá modificando, disminuyendo en las parejas de larga duración y aumentando la importancia del afecto y la comunicación. El estado civil será también relevante respecto a la libertad y el tipo de conducta sexual, siendo más libre para los solteros/as y circunscrito para los casados. En una segunda etapa (45-60 años) la sexuación se mantiene más allá de lo biológico, a pesar de los cambios que conlleva esta etapa (como la llegada de la menopausia). Sin embargo, los cambios en las mujeres en el ámbito familiar (nido vacío) y laboral (techo de cristal) suponen un proceso de involución a efectos de sexuación que no se produce en ellos. En el plano sexual, las demandas en ellos tendrán que ver con dificultades de erección, y en ellas, de deseo.

7. Los caracteres sexuales terciarios.

Los caracteres sexuales terciarios activan los circuitos cerebrales  que dan lugar a las conductas y habilidades propias de hombres y mujeres. La demanda erótica femenina como carácter sexual terciario supone una reconfiguración de su expresión erótica, históricamente subordinada u omitida por los varones. Esta reconfiguración nos ha llevado a plantear la expresión de la afectividad en hombres y mujeres (diferente en cuanto al tipo y la cantidad), la atribución de roles en la crianza (cuestionando las diferencias términos de desigualdad y replantear el esquema igualitario) y la vivencia que supone para cada una de las partes la aceptación (o no) dicha reconfiguración. Por otro lado, la agresividad como carácter sexual terciario, atribuida más significativamente de forma diferencial a los hombres, está marcada por los diferentes niveles de testosterona, mayor en los hombres, y que potencian la competitividad y el enfado. La comunicación entre sexos es otro carácter terciario a tener en cuenta, dado las marcadas diferencias en lo relativo a expresividad, finalidad y objeto de la comunicación.

8. La vejez

La vejez es un tema marginal del que se realizan pocos estudios y aproximaciones. Los avances médicos y el aumento de la esperanza de vida, convierten la longevidad en una variable sexual innegable en la tercera edad. Aquí entrarían en juego la edad social (como percepción subjetiva) que determina la disposición de acceder y demandar servicios relacionados con el ocio; y la edad fisiológica, más relacionada con el desgaste biológico, las enfermedades y la actividad física. La jubilación será diferente en ellos y ellas debido a que el poder adquisitivo será mayor en ellos. Para ellas, en cambio tendrá un carácter liberador, dejando atrás la época de cuidados y crianza podrán centrarse en el ocio. Para ellos, supondrá una caída del estatus social, perdiendo el valor de utilidad y la degradación social en los círculos de poder. Esto también influirá en el cambio de roles en el hombre, adoptando los tradicionalmente asociados a la mujer (cuidado, limpieza, etc). En el ámbito familiar, ellas tienen mayor probabilidad de enviudar pues la esperanza de vida en ellos es menor. La pérdida de la pareja tendrá consecuencias diferentes respecto a la integración social, donde el aislamiento será más predominante en ellos. La erótica seguirá presente aunque de forma diferente: la sexualidad deja de reducirse a lo genital o coital para englobar a toda la persona y su expresividad. Además, dicha actividad erótica supondrá mayores niveles de satisfacción vital en esta etapa.

Opinión Personal

Lo básico para entender la sexualidad

Sáez Sesma, S. (2017).

Sexo Básico. Madrid, España. Fundamentos.

“Sexo básico” plantea un viaje por el ciclo vital de las personas desde que nacen hasta que mueren, y cómo su sexo biológico, identidad sexual, orientación sexual, los caracteres secundarios y terciarios conformarán y determinarán la vida del sujeto y la forma en la que éste/a se integra en la sociedad.

Sexo básico es un oxímoron. No existe un sexo básico dada la complejidad de lo que se circunscribe a la palabra sexo en su acepción más genérica. Y aunque su lectura sea ligera, no, no es un libro con cuatro conceptos fáciles de digerir. Básico entendido como fundamental sí lo es. En él encontrarás un resumen de los temas importantes a tratar. Ciertamente explica y aclara cuestiones relacionadas con el sexo y la sexología a nivel general, y también mete el dedo en la yaga en cuestiones que harán saltar los resortes de feministas, educadores, o defensores a ultranza de la biología o el ambiente. Dará un lugar a la tercera edad y se olvidará del sexo en discapacitados.

 Aprenderás nuevos oficios: constructor, pintor, … Observarás la construcción de la casa ladrillo a ladrillo, mirando de cerca y de lejos, descubriendo que no todas las paredes son con como las pintan. Las miradas importan, las que nos gustan y las que no. También jugaremos a ganar y perder, sobretodo cuando una canasta vale todo el partido, o llevar un vestido y ser educado como niña no te convierte en mujer. Puede que alguno se sorprenda al descubrir que no todo se mueve en polos opuestos, ni que existe el encaje para todo (habrá que echar de comer aparte a los bisexuales o buscarles un sitio en la mesa).

Para aquellos, profesionales o no, que quieran un primer acercamiento a la sexología es un libro estupendo. A veces divertido, a veces irreverente. Te permitirá reflexionar sobre asuntos polémicos como la agresividad o cuestionar si la orientación debe ser vista desde quien desea o del objeto deseado.